| Descripción |
En el mundo romano la incineración fue el ritual funerario predominante hasta el siglo II d.C. durante el cual, poco a poco, fue siendo sustituido por el de la inhumación.
Existían distintos tipos de enterramientos de los restos incinerados del cadáver, como simples túmulos construidos sobre el mismo lugar donde se ha realizado la pira, en donde se excavaba una pequeña fosa donde se depositaban directamente los restos del difunto incinerado o se colocaban en una caja de madera que el túmulo se ocupaba de proteger. Otras veces se utilizaban simples agujeros tallados en la roca, en la tierra o en el interior de un mausoleo.
Otra variedad era aquella en la que los restos calcinados se guardaban en un recipiente contenedor, generalmente creado ex profeso para ello. Éste podía tener forma de jarra, ánfora, olla, caja, etc., y se fabricaban en cerámica, vidrio, metal o piedra.
Una vez recogidos los restos del difunto tras la cremación, se guardaban en alguna de estas urnas y se depositaban en el interior de un enterramiento o monumento funerario, como el columbarium, para su protección.
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